domingo, 14 de julio de 2013

No se hablar, no se leer, no se escribir. No se oír, no se callar, no se tocar con mis manos.
No se tener sexo, y mucho menos hacer el amor. No se estar despierto porque parece que siempre estoy dormido, y no puedo ni intentar dormir porque no se hacer dos cosas al mismo tiempo. Menos mal que no se cocinar porque cocinaría de gusto, no se comer.
No se besar, ni abrazar, ni hacer cosquillas. No se hacer caricias, no se sentirme cómodo, ni hacer sentir cómodos a los demás. No se hacer un chiste normal, esas gracias simples, de las que cualquiera de ríe, cualquiera menos yo, que aún no he aprendido a reírme.
No se amar, ni querer, ni odiar. No se abrir una puerta, lavarme los dientes, pintar. 

No se distinguir un síntoma, seguir un ritmo, escribir una melodía simple. 
No se si irme por las ramas o seguir así. Pero me quiero ir porque ahora estoy encerrado, entonces empiezo a decir cosas como que no se distinguir un color, como que no se mirarme, como que no se respirar con el alma. Cosas como que no se la luz, no se los cielos, no se los mundos. Como que no se el agua, no se el aire, no se los árboles. Que no se un páramo, que no se el tiempo, que no se la razón. 
Es que no se nada, lo siento. 



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