Ave, que interrumpes el silencio
con tu sombra insignificante
ve por mi y ve por todos
diez pasos hacia el norte.
Ponte en mi como una bandera,
frente a frente.
No hay nada de ti, ave, que
yo no sueñe.
No hay nada de mi, ave, que
no halla soñado que tu le lo
llevas y lo conviertes en ave.
Frente a frente, con el impulso
decisivo
de tu cuerpo, en vuelo libre y
consciente,
choca contra mi pecho y
destrózalo.