sábado, 18 de agosto de 2012



Si has envuelto mi vida, desátame
Todos los pasos que dimos, desátame
El timbre de tus palabras, desátame
Por fingir austeridad, desátame
Los paseos y los cuadros, desátame
También las risas y los llantos
El crepúsculo y los licores desátame
Las alfombras, los telones, los muebles, las almohadas, desátame
Desátame la comodidad y la imaginación
Del pozo en el que duermo, desátame
De la fragilidad y el zigzagueo
el deseo y la culpa
las alteraciones, las tensiones y las resoluciones, desátame
Desátame los árboles, las hojas y los monólogos
De mí, de ti y de todos
Las cantatas, los Films y las afinaciones
la ropa, los rieles y los relojes
la caspa, el acne y los gargajos
las velas, los velos y los bostezos
Desátame del tiempo
De los recuerdos. 



En el campo.
De punta al sol
 y con un verde inmenso,
la llanura traspasa la fina línea de árboles y se vuelve evidente suposición,
 verdor más inmenso.